Emblematas cautivantes
Resultado de una reorganización de elementos reciclados, “precarios”, estas mujeres nos miran intentando fijar el tiempo perecedero de la seducción desde la siguiente distinción significativa: “Millones de personas filman, compilan y editan imágenes gracias a softwares que están al alcance de todos: pero fijan recuerdos mientras que el artista pone signos en movimiento” (Nicolas Bourriaud, 2009: 100).
Trabajando consolidados desde el 2007 los integrantes del grupo 4pArtes: Analía Difulio, Bibiana López, Carolina Tori y Juanjo García, ya habían incursionado con antelación (desde el 2002) en el mundo de los mosaicos y los murales. Con el nombre “mosaico” se recuerda a aquello que ha sido inspirado por las musas, de allí su etimología. Las obras de esta muestra se presentan, en su carácter móvil, como verdaderos “emblematas” o muros portátiles de mayor cuidado que se emplazaban con posterioridad. Construidos originalmente con guijarros y luego con teselas (pequeños cubos), pasando del pavimento a las paredes los mosaicos son conocidos desde la antigüedad. En su concepción nos recuerda al lenguaje por su carácter discreto: Si desmontáramos alguna de estas obras no podríamos volver a armarlas siguiendo el perfil de las piezas (“pixel” en su versión digital), tal el modo independiente de sus componentes: como las palabras de un lenguaje compuestas de elementos asignificantes.
Un breve comentario sobre el título de esta muestra: “Percanta… me amuraste en lo mejor de mi vida”. Extraída de Mi noche triste (1917), título del tango fundacional de donde se tomaran los dos versos iniciales de su letra para nombrar esta primera exhibición. Utiliza dos palabras propias del lunfardo o jerga del Buenos Aires de los años 20: “percanta” y “amuraste”. La primera, en un tono peyorativo, indica a la mujer y la segunda señala el ser abandonado (por la percanta). Así se aprovecha la polisemia del término “amuraste” para establecer un arco entre el apremio del tango por señalar lo dramático de la ausencia de la mujer descarada y la modalidad de los murales que sirven, como en las paredes de las cavernas, para dibujar junto al fuego de la despedida, la silueta marcada del perfil del amado que está a punto de partir.
Centrada en la mujer toma al cuerpo sensual (casi arquetípico) de la mujer como objeto, de atención de la mirada. Contrastes dominantes de complementarios, cálidos y fríos. Las figuras marcan los volúmenes, al tiempo que los fondos sus ritmos, su direccionalidad. En algunas de ellas además de vidrio se incorpora cerámicos y objetos. La expresión “en lo mejor de mi vida” del título, se ve indicada en el tipo de encuadre, de resolución de las obras: Al espectador se le ofrece una mirada frontal, equilibrada, con formas nítidas, colores brillantes, vitales. La desnudez de la mujer toma el modo sensual, provocativo, maternal, tentador, paradójicamente medusa, objeto de deseo. Desde la representación su mirada es implicativa, más que dejarnos ver su mundo (el baño, la danza, el reposo), nos incluye en él.
De todas formas la fascinación que se mantiene viva con el mosaico y en estas obras, aún en la actualidad, no reside sólo en el modo en que éste se resiste a ciertas demandas artísticas actuales: rapidez en los procesos, desmaterialización, contemporización. Sino y sobre todo a su particular modo de exhibición: nos permite un encuentro oportuno con la imagen (como familiarización del mundo) al tiempo que nos revela el camino que estamos utilizando para llegar a ella.
Edgardo Donoso
Rosario, septiembre 2009
Nicolas Bourriaud, Radicante, Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2009.
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